El reconocimiento facial es una tecnología muy potente que utiliza el teléfono móvil o el ordenador para identificar, por ejemplo, a los amigos en fotografías. Su uso para reconocer a personas y validar sus identidades puede agilizar el control de acceso a edificios corporativos y gubernamentales. Pero, ¿es oro todo lo que reluce en esta nueva técnica? Vamos a verlo a lo largo de este post.

El reconocimiento facial presenta las dos caras de la moneda: la positiva y la negativa. La buena, centrándonos en el sector del marketing, es que las empresas pueden analizar las caras de sus clientes para adaptar las estrategias de marketing. En contrapunto, esta técnica puede ocasionar serios problemas de privacidad, puesto que esta tecnología puede ser utilizada para rastrear a los individuos a través de sus comunidades e incluso por todo el mundo.

¿Cómo funciona el reconocimiento facial?

El reconocimiento facial examina las características físicas de una persona en un intento de diferenciarla de manera única. Para ello utiliza tres fases: la detección, la creación de caras y la verificación o identificación.

Cuando se captura una imagen, es analizada por el software para identificar dónde están los rostros, por ejemplo, en un parking. Una vez que este sistema identifica una cara potencial en una imagen, cada vez mira más de cerca. Este software juega con la imagen reorientándola y redimensionándola, ya que si la cámara se encuentra muy cercana a la cara, ésta puede parecer ligeramente estirada o inclinada, y por el contrario, si está muy alejada, puede parecer más pequeña o incluso puede estar parcialmente oculta a la vista.

Cuando el software de reconocimiento facial consigue el tamaño adecuado, recrea la cara localizando los rasgos faciales, y a partir de esa imagen se pueden conseguir datos como la estructura ósea y hasta las curvas alrededor de la cuenca del ojo y la nariz.

Inconvenientes del reconocimiento facial

El primero de todos, como ya hemos adelantado, es la privacidad. Una de las cosas que más preocupa es que, al igual que el aumento de las bases de datos de ADN, los rasgos faciales y las fotos están siendo almacenados por los gobiernos, que son capaces de rastrear a la gente, borrando cualquier noción de privacidad o anonimato.

Hoy en día, existen aplicaciones como FindFace, que te permite utilizar la foto de una persona y encontrar todas sus redes sociales utilizando el reconocimiento facial. Realmente está pensada para conectar con tus amigos, pero como todo, la aplicación mal utilizada puede causar problemas, ya que la gente la puede utilizar para exponer identidades y acosar a otras personas.

Y es que actualmente está al alcance de cualquiera, sin ir más lejos de la mano del iPhone X, cuyo algoritmo de reconocimiento facial es capaz de crear unos irresistibles emojis en 3D que hablan y gesticulan a nuestro antojo. Emojis que nos parecen adorables, pero que conociendo bien la tecnología puede llegar a ser muy peligrosa y siempre camuflado bajo una sencilla e inocente aplicación para móvil.

Esto, por ejemplo puede llegar a llevar a la desinformación, una palabra muy actual hoy en día. Y es que tras la aparición de este tipo de tecnología, empezaron a hacerse virales vídeos en los que salían políticos diciendo o haciendo cosas que jamás dijeron o hicieron en la realidad. ¿Cómo? Con la suplantación de cara de una forma tan perfecta que el 90% caeríamos en la trampa sin darnos cuenta.

Como hemos dicho, actualmente vivimos en la era de la desinformación, de los engaños y de los fraudes por Internet, donde, por desgracia, las noticias que aparecen el Facebook van a misa porque nos da mucha pereza contrastarlas y donde la tecnología va muy por delante de la legislación, por lo que si cae en las manos equivocadas puede hacer mucho daño.

Así que ya sabes, empieza a ser un poco más crítico y no te creas todo lo que cae en tus manos, en nosotros está que esa desinformación llegue más lejos. Aunque tenemos la esperanza que pronto aparezca una herramienta que consiga identificar si son vídeos reales o modificados a causa del reconocimiento facial.